Quién es:

La Melia azedarach, o árbol del paraíso es nativo del sudeste asiático; se difundió a mediados del siglo XIX como ornamental en Sudáfrica y América, donde se naturalizó con rapidez, convirtiéndose en una especie invasora que desplazó otras autóctonas. Se cultiva para decoración y sombra, sobre todo por su ancha y frondosa copa.

Cómo es:

Es un árbol mediano, de hoja caduca, de entre 8 y 15 m de altura. Hojas opuestas, compuestas, de 2 a 5 cms de largo, de color verde oscuro por el haz y más claro en el envés, amarillean y caen a comienzos del otoño.

Florece a mediados o finales de la primavera. Las pequeñas flores son de color lila o púrpura, muy olorosas. Sus frutos son drupas con forma globosa, de color amarillo pálido.

El color de su follaje en otoño, unido a la cantidad y particularidad de sus frutos, le hace atractivo no sólo durante la primavera cuando está en flor, si no también durante el otoño.

Qué le gusta:

Los veranos cálidos, lo que le hace más resistente a las heladas ligeras en invierno. Se adapta a la sequía, a los suelos ácidos o alcalinos y a la salinidad. Es marcadamente fotófilo.

Qué odia:

El viento, debido a la fragilidad de su ramaje.

En qué suelo le gusta vivir:

En cualquiera, no es nada exigente. Además, es capaz de soportar suelos con escasa humedad o con pH de hasta 8,5. También es resistente a la cal y a la sal.

Y en el jardín:

Se utiliza sobre todo como arbolado de alineación, aunque se puede plantar aislado o formando grupos.

Algo curioso:

La melia es uno de los árboles que más dióxido de carbono absorbe, devolviendo oxígeno a cambio.

En algunos países cristianos se le llama árbol de los rosarios o árbol santo, ya que con los huesos de los frutos se elaboran rosarios.