Quién es:

Le encina (Quercus ilex) es un  árbol perennifolio nativo de la región mediterránea, de talla mediana, aunque puede aparecer en forma arbustiva, condicionado por las características pluviométricas o por el terreno en el que se encuentre.

Cómo es:

Es de copa ovalada al principio y después va ensanchándose hasta quedar finalmente con forma redondeado-aplastada. Forma una sombra densísima, más que ningún otro árbol mediterráneo. Posee hojas coriáceas y de color verde oscuro por el haz, y más claro y tomentosas por el envés, que están provistas de fuertes espinas. Se cultiva principalmente por sus frutos, las conocidas bellotas.

Qué le gusta:

Le gusta y se adapta a multitud de situaciones, y se aviene a condiciones climáticas muy variadas. Es una especie xerófila y soporta un amplio rango de regímenes de temperatura. Presenta gran resistencia a la sequía y a la continentalidad, tolerando una gran sequedad del aire. Resiste fuertes calores y fríos.

Qué odia:

Rehúye los terrenos encharcados y tolera mal los margosos o arcillosos excesivamente compactos, faltando en los salinos o muy yesosos.

En qué suelo le gusta vivir:

Prefiere tierras sustanciosas, sueltas y profundas, pero acepta sustratos mediocres y aún pobres.

Y en el jardín:

En el jardín se puede usar de forma arbustiva, recortada para formar un seto alto, y es adecuada para la protección contra el viento de la costa en cualquier suelo bien drenado. Su tamaño y su carácter imperecedero le da una presencia arquitectónica imponente, que la hace valiosa en muchos entornos urbanos y en el jardín, tanto aislada como en grupos.

Algo curioso:

Las Dríades, espíritus femeninos de la naturaleza o ninfas, habitaban sobre ellas. Era símbolo de humanidad para los griegos y sus hojas susurraban el lenguaje misterioso de los Oráculos (respuestas de los dioses a los sacerdotes).

Y en el plano más mundano, es comúnmente conocido que sus frutos son utilizados de alimento para los cerdos ibéricos, que son los que dan los mejores jamones de España.